Águilas, la gran desconocida

Panorámica de Águilas desde el castillo de San Juan de las Águilas.

Primera parte (el muelle de Hornillo)

Nuestro primer ‘furgo viaje’ tenía como destino Cabo de Gata, pero el azar nos llevó por otros derroteros. Partimos de Elx hacia Almería con una primera parada en Murcia para renovar (ya era hora) el ordenador de Ana. El tiempo se nos echó encima y tuvimos que hacer de la necesidad virtud. Eran varios las alternativas, pero, finalmente, nos decantamos por Águilas. Sin duda, la gran sorpresa del viaje. Un municipio costero de unos 35.000 habitantes que nos cautivó.

Sus 28 kilómetros de costa son la mejor carta de presentación, pero no la única. A sus calas y playas hay que sumar su rico patrimonio histórico, cultural, museístico e industrial. Una ciudad que nos recuerda la riqueza que durante siglos se explotó de las entrañas de sus montañas, aunque fue especialmente a partir del siglo XIX cuando la industria minera (sobre todo inglesa) vio en estas tierras una oportunidad única para conseguir metales preciosos.

De municipios próximos, como Pulpí (conocida ahora por su impresionante geoda, la visitable más grande del mundo), se extraían los minerales que se embarcaban en grandes vapores rumbo a puertos ingleses.

Más tarde recordaremos la importancia de Águilas en el comercio de minerales desde mediados del siglo XIX hasta principios del siglo pasado… pero esa es otra historia.

Tras descansar del viaje en el área de autocaravanas Aníbal, un lugar recomendable, el día comenzó con un recorrido por la ciudad y su largo paseo marítimo, bien sea por las playas urbanas de Poniente o las de Levante, a las que se unen la treintena de arenales y calas diseminadas en su extenso litoral.

La primera parada fue en la cafetería La Locomotora, un lugar idóneo frente al puerto con unas excelentes vistas. A continuación, disfrutamos del bullicio propio del mes de julio a lo largo del paseo hasta llegar al Palacio de Congresos.

Panel informativo en la playa de Águilas.

Una reseña especial merecen los numerosos paneles divulgativos que de un modo claro y visual informan al visitante de los principales reclamos turísticos así como de los acontecimientos que más han influido en el desarrollo y devenir del municipio en las últimas décadas.

Destacan las menciones al importante papel de la pesca en la actividad económica de Águilas desde finales del siglo XIX hasta finales del siglo XX. Información que viene a completar la que se ofrece a los visitantes sobre las playas y la calidad de sus aguas, cuyo reconocimiento avalan las banderas azules obtenidas en 2021.

Tras recorrer la larga playa de Levante, nos dirigimos al embarcadero del Hornillo, a poca distancia de la playa de las Delicias. Carteles informativos nos conducen a un pequeño sendero que desemboca en uno de los dos túneles que dan acceso a una espectacuar estructura de acero y hormigón, que aún hoy, casi 120 años después de su inauguración, deja boquiabiertos a los visitantes.

La entrada es gratuita y en su interior se exhiben decenas de fotografías de principios del siglo pasado sobre la construcción e inauguración del muelle, una obra faraónica que tuvo en el empresario Gustavo Gillman a su principal valedor. Gracias a su empeño, Águilas contó con uno de los embarcaderos de mineral más grandes de España. Una vía de salida al hierro que se extraía de la cercana Sierra de Bacares y que tenía como principal destino Gran Bretaña.

Su diseño, pionero para la época, permitía la carga simultánea de dos barcos. Las imágenes que cuelgan de las paredes del antiguo túnel ferroviario que daba acceso al muelle atestiguan la importancia de este enclave en gran parte del siglo XX. Desde los túneles se trasladaba el mineral en vagonetas para su descarga directa en los buques. Un viaje al pasado que nos permite aproximarnos al Águilas más industrial y minero, hoy ya desaparecido.

Túnel del antiguo embarcadero con fotos históricas.

Para poder contemplar la estructura de acero, de 1.177 metros, formada por tres filas de 39 columnas de hierro unidas entre sí, hay que dejar el túnel y volver sobre nuestros pasos en dirección a la playa del mismo nombre (del Hornillo) desde la que se puede contemplar con toda su grandeza el enorme muelle. Desde uno de los miradores que dan acceso al arenal, la vista de esta imponente mole en medio de un mar de aguas transparentes es espectacular.

Foto histórica del embarcadero del Hornillo de Águilas.

Muy próximo se encuentra el conocido como Rincón del Hornillo. Una hermosa escalinata cubierta de mosaicos coloridos, obra de Juan Martínez Casuco, de gran belleza. Un punto obligado para inmortalizar el momento, casi gaudiniano, que nos sorprende por sus formas y dibujos.

Hasta aquí la primera parte de nuestra visita a Águilas. En breve, la segunda parte.

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