Carboneras y la playa de los Muertos

Hay pocos lugares en España que puedan presumir de estar libres de la masificación turística. Y uno de ellos es el parque natural Cabo de Gata-Níjar. Dosenelcamino.blog se confiesa enamorado de este paraje único.
En esta entrada, queremos contar nuestra experiencia en Carboneras, un pequeño pueblo excluido del área protegida, aunque el 80 % de su término municipal forma parte del parque natural, con playas espectaculares como la de Los Muertos, el Algarrobico o calas como la de Galera o las Salinicas.
Visitar el Cabo de Gata es viajar a otro mundo. Muy diferente de todo lo que nos rodea en el que la naturaleza (casi) virgen es la gran dueña y señora. Aquí el ser humano es consciente de su insignificante existencia frente a colosales acantilados, playas infinitas y calas de imposibles accesos.
El parque natural de Cabo de Gata-Níjar tiene 38.000 hectáreas terrestres y una franja marina de una milla
Un nuevo mundo por descubrir que, a buen seguro, impresionará al visitante. Su enorme extensión, 38.000 hectáreas terrestres y una franja marina de una milla, con 12.000 hectáreas, permiten todo tipo de excursiones en parajes semidesérticos de gran belleza.
Un entorno que, por fortuna, ha permanecido a salvo de la degradación medioambiental en lo que supone un ejemplar modo de convivencia entre respeto a la naturaleza y la explotación de los recursos turísticos.
Nuestro paso por Carboneras nos dejó un recuerdo inolvidable. Esta pequeña villa de casas blancas vive del turismo y de la industria. En su término se ubican una cementera, una central térmica y la desaladora más grande de Europa. Una actividad que contrasta con sus playas urbanas y, por supuesto, la de los Muertos, una de las grandes joyas del parque natural.
Iniciamos el viaje desde Elx por la AP7 y la A7 en un recorrido de unos 240 kilómetros, algo menos de tres horas. Una distancia pequeña para la sorpresa que el destino nos deparaba.
El hospedaje en el Hostal San Antonio fue otro de los gratos descubrimientos de este viaje. Un pequeño establecimiento familiar en el que te sientes como en casa. La amabilidad y simpatía que en todo momento ofrecen sus dueños fueron el mejor preludio de nuestra estancia en la zona.

Una vez instalados, las ganas de pisar la arena de la playa pudieron más que el cansancio. A tiro de piedra del hostal, el paseo marítimo es el punto de encuentro de turistas y visitantes locales que tienen en este remanso de paz el mejor lugar donde disfrutar de la brisa marina.
Las playas del municipio invitan al chapuzón y a la práctica del esnórquel. En sus fondos, la presencia de la admirada posidonia nos garantiza la calidad de sus aguas. Un paraíso para los amantes del buceo, que tienen en el islote próximo, conocido como San Andrés, un lugar único para la práctica de esta actividad deportiva.
Nuestra primera jornada en Carboneras llegaba a su fin, pero antes recorrimos sus calles, la torre vigía de Mesa Roldán, el castillo de San Andrés, el puerto pesquero con su lonja, y la Torre del Rayo.
Pese a su auge turístico, este pequeño municipio mantiene su tradición pesquera y eso se nota en su oferta gastronómica. Los restaurantes y chiringuitos ofrecen pescado fresco de la lonja, que, a buen seguro, harán las delicias de los más exigentes.
Finalizábamos nuestro primer día en Carboneras con ilusión y ganas por seguir descubriendo sus rincones y, sobre todo, sus playas. En especial, la archiconocida de Los Muertos.
La canícula hacía de las suyas cuando comenzábamos la jornada. A unos 15 minutos en coche del casco urbano por la AL-5106 se encuentra el desvío que nos condujo por un camino de tierra hasta un aparcamiento. Desde allí continúa el recorrido andando por una senda hasta la playa.
Como si de feligreses se tratara, una decena de bañistas iniciaba su particular peregrinación bien pertrechados con sillas, hamacas, sombrillas, neveras y demás enseres.

En fila de a uno, iniciamos el descenso en un paraje seco y polvoriento que nos acercaba a acantilados volcánicos de espectacular belleza. Estamos en uno de los doce geoparques reconocidos por la Unesco en España. Un enclave único, duro, inhóspito, sin apenas vegetación y con escasa presencia humana, salvo los turistas que cada año lo visitan.
La playa de los Muertos es el paradigma de cómo la naturaleza se impone al hombre con toda su majestuosidad y grandeza
La playa de los Muertos es el paradigma de cómo la naturaleza se impone al hombre con toda su majestuosidad y grandeza. Restos volcánicos y fondos marinos son el escenario de este arenal de aguas turquesas que ofrece al visitante una imagen paradisiaca y virgen. Precisamente su acceso complicado la ha mantenido a salvo de espurios intereses económicos.
Tras una media hora de caminata y descenso continuo, emerge una imagen idílica, de un mar cristalino y una playa sinfín, en el que el náufrago que todos llevamos dentro se siente como en casa.
Figuras caprichosas, fruto de la erosión del viento, sorprenden al visitante por su volumen y altura. Gigantes que nos dan la bienvenida y que nos recuerdan el pasado volcánico de la playa de los Muertos, conocida de esta manera por los almerienses que situaban en esta costa la llegada de los cadáveres de funestos naufragios arrastrados por las corrientes marinas.
Pero nada más lejos de realidad. La actual playa de los Muertos ofrece al visitante un arenal de gravilla fina de más de un kilómetro de longitud donde los practicantes del esnórquel tienen su paraíso particular. De acceso fácil, hay que tener cuidado, no obstante, con el gran desnivel nada más entrar al agua.

Zambullirse en este lugar te hace sentir insignificante ante la inmensidad de sus fondos trasparentes llenos de vida. Somos un grano en medio de este impresionante paraje que nos deja sin habla. Solo cabe admirar su grandeza y dejarse llevar.
Un arenal de gravilla fina de más de un kilómetro de longitud
Una playa idónea para el bañista que busca tranquilidad y paz, y huye de la masificación de gran parte del litoral mediterráneo. Un rincón de la costa almeriense donde perderse y disfrutar del contacto con la naturaleza.
Con el atardecer se renueva la magia de la playa de los Muertos y con ella la sensación de paz. Es hora de regresar. Eso sí, con la memoria llena de imágenes inolvidables y la promesa de volver.

Ahora arece ser que han dado vía libre a la construcción de un hotel dentro del parque natural… malo es empezar.
Una bonita excursión para guardar en el recuerdo.
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Es una lástima que la especulación urbanística se imponga al respeto al medioambiente
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